Battambang y las casas flotantes de Kampong Chhnang (Camboya)
Salimos de Siem Reap siguiendo nuestro viaje y nos paramos en Battambang (Bus 6$p.p), con la idea de ver el tren de bambú, de camino a Kampong Chhnang, donde vimos los pueblos flotantes de Chong Kos y Phoum Kandal y nos sorprendimos con la artesanía local, hecha con «barro de oro».
Llegamos a Battambang , y en lo que nos acomodamos y quisimos salir a buscar un sitio donde comer nos dieron eso de las 2 de la tarde.
Nuestro paso por esta ciudad fue un visto y no visto , ya que llegamos a medio día, intentamos aprovechar la tarde y nos fuimos al día siguiente.
Battambang
Visita express a sus cercanías
Alojamiento en Battambang
Nos alojamos en el Star Villa Guesthouse (Como de costumbre, lo encontramos en Booking), y aunque nuestra estancia fue bien corta se notaba que era un sitio «con algo de categoría» en la ciudad (después de las palizas de Angkor se agradeció dormir en un señor colchón, 5$p.p con AC y ducha con agua caliente.
Qué hicimos en Battambang
Fuimos con un Tuk-Tuk al Psar Nat (el mercado) por 1$ y dando vueltas por las callejuelas del antiguo barrio chino nos sentamos a comer en un japonés (7$ los dos, con la comida te ponían té y un vaso con hielo).
Después salimos de nuevo al río y fuimos buscando un sitio donde alquilar una moto (que parece no haber muchos) y al final dimos con «The Gecko«, una cafetería donde también alquilan motos. He puesto un marcador en el mapa por si queréis saber dónde está (pagamos 6$ por medio día).
Aunque ya se nos había hecho relativamente tarde, una vez alquilada la moto teníamos 2 opciones. Por un lado, la «atracción» principal que queríamos visitar era el tren de bambú, pero habíamos leído en blogs y comentarios bastante recientes que el tren de bambú ha dejado de estar en activo, además como ya he dicho, entre unas cosas y otras era ya bastante tarde, cosa de las 16, y hay que salir del pueblo dirección sur.
La otra opción, era ir a ver un espectáculo natural a la mal-llamada «Bat Cave», una brecha bien hermosa en el costado de una montaña, coronada por el Phnom Sampov, por el que salen cada atardecer miles de murciélagos continuadamente durante unos 15-20 minutos.
Cómo NO fuimos a la «Bat Cave»
Al final nos decantamos por la montaña, y al poco de subirnos a la moto paramos a un Tuk-Tuk para ver (o mejor dicho asegurarnos, por que ya habíamos estado mirando en el mapa qué carreteras llevaban para allá, aunque nos fue difícil ya que no sabíamos el nombre del templo) como se iba.
Nos sacó un mapa turístico en el que había unos cuantos puntos de interés resaltados, entre ellos el Phnom Sampov. Aunque se veía que el camino más «normal» era por la carretera 57, el hombre se empeñó en que fuésemos por la 154, una carretera que lleva al templo Banan, y nos hacia señas como para que en algún momento dado nos desviasemos de la carretera.
Atravesamos en moto la selva, arrozales, una base militar…..
y al final no llegamos a tiempo
Total, que aunque con google maps veíamos que íbamos mas o menos en paralelo a la 57 pero separándonos cada vez más de ella, tiramos p’alante con la prisa de que había que darse brío o nos anochecía por ahí. Pasamos por delante de una obra de lo que será una carretera nueva que conecte lo que viene siendo el medio de la selva con la carretera 57, y unos 5-8Km más allá y viendo que si, que iba a anochecer y no llegábamos a la montaña la cual estaba viendo desde hacía un rato a mi derecha, paramos la moto y miramos más detenidamente el Google Maps.
Parecía que había conexión de caminos hasta llegar a la dichosa montaña, así que con dos pelotas atravesamos un camino que a su vez atravesaba un gallinero y se adentraba en la selva, y ahora ya con la montaña delante de mí…… Ya era cosa de seguir yendo en esa dirección.
Atravesamos el gallinero, un rato de selva, otro de agricultura (en el que literalmente incluso nos tuvimos que bajar de la moto y luchar con el barro para saltar de un arrozal a otro), caminos entre las hierbas, caminos de tierra, un puente, los pabellones de una especie de base militar…. y ¡tachán!
Salimos a la obra de la carretera nueva. La pista era de tierra, pero ya estaba preparada para asfaltarla, sin baches dramáticos y bien ancha…. aunque en ese trozo pude ir a todo lo que daba la moto (como para habernos caído en esa pista de tierra….) al final llegamos cuando la noche se comía los últimos rayos de luz.
Ni murciélagos ni murciélagas vimos ese dia. Descansamos un poco al entrar al camino que sube a la montaña (el cual si que no estaba en buenas condiciones) y nos aventuramos a volver.
De vuelta a la ciudad
Conducir una moto por esas carreteras, de noche, y con semejante trafico, es algo que la verdad no es para cualquiera, no obstante fue una sensación agradable….como si estuvieses conduciendo «por carreteras salvajes».
Os recomiendo que si alquiláis una moto, comprobéis bien ates de iros que el casco tenga pantalla ( en buenas condiciones), y a poder ser, que sea transparente. La polvareda que se levanta en las carreteras hace que a veces cueste ver o incluso respirar (ahí entendí por que para casi la mayoría de camboyanos que conducen moto, es más importante llevar las mascarillas que llevar casco…).
Misión fallida. Al final nos fuimos de la ciudad y por desgracia, sin haber llegado «a ver nada», aunque la verdad es que el paisaje por la zona de Battambang es algo digno de explorar. Fue el primer sitio donde vimos una montaña destacando en el horizonte, ya que la mayor parte del país es plana.
Al volver a la ciudad dejamos la moto y de camino vimos un “Naga” hecho con las armas depositadas por los habitantes de Battambang durante el desarme camboyano, si eres jugar videjuegos, reconocerás más de una en los entresijos de la serpiente, luego encontramos un mini Night Markt a orillas del rio.
Después de curiosear un rato, nos sentamos en un garito-carpa a cenar (en el que más camboyanos sentados vimos, unos 3$p.p. bebidas incluidas) para dar el día por finalizado.
Kampong Chhnang
Casas flotantes y barro «de oro»
A la mañana siguiente amanecimos y cogimos el autobús dirección a Kampong Chhnang (5$p.p).
En el trayecto en si no hubo ningún percance ni «pero», peeeeero, como pasa en otros sitios rurales, en (Krong) Kampong Chhnang no hay parada de bus, así que nos bajamos casi que «al vuelo» cuando nos dimos cuenta de que ya salía del pueblo (En realidad esto ya nos había pasado en Kompong Thom, pero allí lo que paso es que nos bajamos antes de tiempo)
Alojamiento
Solo nos quedamos una noche en el pueblo, por lo que el día nos tenia que cundir. Llegamos sobre el medio día al Garten Guesthouse (Como siempre, en Booking. Hicimos caso a las recomendaciones de los comentarios y la verdad es que es un sitio muy acogedor. Unos 13$ una habitación doble, la mayoría con aire acondicionado, no es el sitio más barato de la ciudad. Como de costumbre, he puesto un marcador en el mapa).
Qué hicimos en Kampong Chhnang
Nada mas llegar dejamos las cosas y fuimos a la recepción para que nos procurase unos billetes de bus para el dia siguiente para ir a Sihanoukville, después de un par de llamadas nos consiguió los billetes (30$p.p) , y después de sentarnos a comer algo cogimos un Tuk-Tuk y le dijimos que queríamos ver los pueblos flotantes, así que nos llevó al rio (2$ ida, 2$ vuelta) y allí nos presentó a una conocida suya, que utilizaba su propio barco para hacer un recorrido por los 2 pueblos flotantes, el camboyano y el vietnamita (En los que conviven budistas y la minoría Cham, musulmanes).
Los pueblos flotantes en Kampong Chhnang
No hubo manera de regatear el precio, al final hicimos el recorrido de 2h por 30$ los dos y aunque es caro para lo que vale 1$ en Camboya, la verdad que la tranquilidad de ir vosotros solos en un barco y poder disfrutar de lo que estás viendo en tranquilidad lo valió (a parte,tomando como referencia los precios que había en el libro que llevábamos, era un precio justo. Como ya nos dijeron otros turistas en Siem Reap, allí les costó 20$ 1h, además, en Kampong Chhnang tendréis la oportunidad de ver como viven «de verdad», en la Camboya alejada del turismo masivo).
La visita incluyó una parada en la casa (flotante) de la capitana, donde de mientras dejaba un par de cosas en su casa pudimos ver (y oír) a su madre negociando con un barco-mercadoAmbulante de verduras.
El paisaje es surrealista. Casas completas «flotando en bambús», en las que hay de todo, desde TVs de 50» hasta gallinas y perros, niños llevando barcos con un arte que ni las góndolas venecianas….
Fue una lastima no haberlo podido ver a medio dia y dar una vuelta por los mercados flotantes, que estaban ya vacíos y recogidos cuando nosotros quisimos llegar.
Después de quedar maravillados con un atardecer en una barca entre las casas flotantes, volvimos a la zona del hostal y al llegar hablamos con el conductor del Tuk-Tuk, y quedamos en ir a la mañana siguiente a ver los “Pottery Village”, cuando se fue, y siguiendo la recomendación del libro que llevábamos, fuimos a cenar al «Van Soleap«, que resultaba estar en la misma calle que el gueshouse.
Encontrarlo fue un poco lioso, por que no es lo que tu esperas cuando te imaginas un restaurante recomendado en libros (y que incluso esta en Google), parece una especie de carpa-terraza, además cuando nos sentamos no había nadie más, pero en 10 minutos empezaron a llegar residentes, que o bien se sentaban o bien pedían para llevar. Si estáis en Kampong Chhnang, podéis probar cocina camboyana original en el Van Soleap (4$p.p).
Con esto dimos el dia por finalizado y lo terminamos relajandonos en las hamacas de los jardines interiores en las instalaciones del hostal.
«Pottery Village»
A la mañana siguiente, amanecimos relativamente temprano para que nos diese tiempo de ir a ver la artesania a los pies de la “Golden Mountain”, montaña que esconde oro en su arcilla, pero no en la suficiente medida como para que salga rentable separarlo, por eso, los lugareños hacen artesanalmente todo tipo de objetos hechos con ese barro, en el que se pueden ver “destellos de oro” en las piezas una vez acabadas. Algo único, que le da fama a la artesania de la zona.
Cuentan los lugareños que lo hacen tranquilamente sin prisa de venderlos, ya que de vez en cuando viene “la gente de la ciudad” y llegan a hacer pujas con tal de llevarse alguna remesa.
Hicimos una especie de tour improvisado con lo que sabia el conductor, que nos llevo a ver gente que parecia conocer y donde pudimos ver cómo y con qué trabajan, desde familias que trabajan en casa con sus tornos, hasta “empresas” en las que tenian incluso un horno (que usan a base de cascaras de arroz) donde cocer el barro durante 24 horas.
Realmente curioso fue la artesana que lo hacía de la forma tradicional jemer, en la que ponen el barro encima de un tronco, y el artesano va girando alrededor de éste (podéis verlo en el GIF). Estas vasijas son “especiales” una vez acabadas. Obviamente, si en el trabajo con torno no hay dos piezas iguales, os podeis imaginar el resultado de este laborioso trabajo.
Para acabar el tour, y no antes de intentar hacer una especie de jarrón cada uno en el torno, nos llevó a una conocer a una familia que trabaja con la palma, donde pudimos ver como se hacen y probar productos derivados de la palma, como el azúcar y licor (¡bastante fuerte!) de palma, y varios objetos y cuerdas que extraen de sus fibras, además, como no, de construir sus casas con esta madera.
El «tour» en Tuk-Tuk nos costó 12$
Rondando el medio día, volvimos al pueblo para coger el bus y ponernos (la verdad que ya con ganas después de la «ruta de templos») rumbo al sur, donde fuimos a conocer las costas e islas camboyanas.
En concreto hicimos la ruta Kampong Chhang – Phnom Pehn – Sihanoukville, donde seguimos en Tuk-Tuk hasta la playa de Otres donde pasamos la noche esperando poder ir al día siguiente a Koh Ta Kiev, la isla de la desconexión.
Y así dimos por finalizada la visita al interior del país
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